Notas sobre aspectos de la economía argentina previas a la crisis financiera internacional

En este trabajo se intentará reflexionar sobre un conjunto de indicadores económicos y sociales que permitan considerar el derrotero seguido por la economía argentina desde la crisis 2001-2002, pero, desde un ángulo no siempre presente en el debate.

No se pretende presentar una receta, es más, tampoco se busca un diagnóstico, sencillamente se invita a reflexionar al lector sobre los ejes que deberían debatirse para establecer políticas que vayan más allá de la coyuntura y, por qué no, más allá también de una o más generaciones.

Primero describiremos la situación de partida para luego analizar, desde allí, hasta el año 2008. Es intencional dejar afuera del análisis la crisis financiera internacional que se evidenció plenamente en 2008, ya que creemos que no explica nada respecto de lo sucedido, en lo términos aquí pretendidos, y que, además, podría obrar como distracción respecto de los principales problemas sobre los que se intentara discurrir.


El Infierno y el escape

Es un lugar común ya, y en consecuencia casi no se discute, que nada peor podría pasarle a una economía que lo sucedido a la Argentina entre los años 2001-2002, salvo claro está, las derivadas de eventuales catástrofes naturales. No es intención de estas líneas debatir sobre ello. Sí lo es, repasar algunos indicadores que, desde la perspectiva de la justicia social, bien tan apreciado discursivamente y tan poco tratado en los hechos que, creemos, merece (mínimamente) las consideraciones que siguen.

Previo a todo análisis nos ocuparemos de definir ciertos términos, proposiciones y/o ideas a los que nos referimos y con los que nos tropezamos casi cotidianamente, tanto en la literatura económica como en los medios de comunicación. Podríamos decir sin exagerar: hasta el hartazgo.

El que ocupa el lugar de privilegio es, en nuestra opinión, el de países exitosos. Pues bien, ¿qué entenderemos a estos efectos por tales?: simplemente a aquellos que alcanzan un elevado estándar de vida - relativo a su disponibilidad de factores de la producción -
[1], acompañado de una progresiva y justa distribución del ingreso y que presentan un bajo nivel de desocupación. Ello conlleva, normalmente, un crecimiento sostenido en el tiempo de los niveles de producción de bienes y servicios (PIB) como condición necesaria pero, no suficiente, para calificar como exitoso.

Cuando nos referimos a un elevado estándar de vida, entendemos no sólo un nivel promedio total de ingresos de los hogares bien alejado de los niveles de pobreza (obviamente ni pensamos en la indigencia) y, tan importante como lo anterior, un irrestricto y completo acceso a los bienes públicos, es decir: salud, educación, justicia y seguridad
[2].

Es fácil darse cuenta que tal condición eleva significativamente el ingreso aunque no signifique aumentos de salarios reales.
[3]

Cuando aludimos a: relativo a los factores de la producción con los que cuenta, consideramos obviamente tanto a las bondades de la naturaleza como a las calificaciones del factor trabajo.

Pensamos que es sólo bajo el paraguas de estas condiciones y su permanente consideración; que lograremos reducir, al máximo de lo posible, las interpretaciones ambiguas.

Podemos ahora intentar adentrarnos en la descripción el infierno
[4]. Prescindiremos, y no por desconsideración, de su dramatismo social y político[5]. Al fin y al cabo, sus causas y consecuencias se originaron a partir de lo económico[6].

Si bien la recesión comenzó unos años antes, 1999 donde el PIB “vuelve” a los niveles de 1997, la caída del mismo entre 2000 y 2002 sólo puede calificarse como dramática.


















En el siguiente cuadro pueden verse las variaciones porcentuales interanuales.




















Veamos ahora en el Cuadro III la situación de pobreza e indigencia en el Gran Buenos Aires.

Hemos elegido un período mayor al que, en principio, dijimos íbamos a examinar, más adelante se verá por qué, pero podemos adelantar que es intencional no tratar la influencia que, sobre la economía argentina (más específicamente sobre los indicadores elegidos), ha tenido la crisis financiera internacional que – convencionalmente - se ha dado por comenzada hace exactamente un año. Ello así, por las características exógenas de la misma.

Claramente, se nota que la gran caída del PIB tuvo consecuencias sobre la situación de pobreza e indigencia.

Si bien no representadas en cifras a nivel país por cuestiones de espacio, creemos que el Gran Buenos Aires, como conglomerado urbano objeto de medición, resulta representativo ya que, en el resto del país en que se los midió se repitió (y aún agravó) la situación.

Adelantamos que la destrucción de empleo presente en todas las crisis y la caída del salario real; vía bajas salariales nominales, aumento de informalidad, e inflación (derivadas de devaluaciones típicas también en las experiencias de recesiones argentinas), actúan rápidamente en los incrementos de los niveles de pobreza e indigencia.

Este comportamiento no es simétrico en las recuperaciones del PIB, por importantes que ellas puedan ser, y es esto una parte importante de lo que intentamos poner de manifiesto.



Cuadro III - pobreza e indigencia Gran Buenos Aires 1988 – I T 2008























En base a la Encuesta permanente de hogares del INDEC



En efecto, los hogares en situación de indigencia y pobreza que representaban un 5.6% y 20.8% respectivamente en octubre de 2000, pasaron a 8.3% y 25.5% en octubre de 2001 y 24.5% y 51.1% en la primera medición de 2003[7].

Dos aspectos son notables de la comparación entre el PIB y los niveles de pobreza e indigencia; uno el impacto, ya nos ocupamos de ello más arriba, y otro, el retardo temporal.

Ambos no son datos menores al definir las políticas a seguir, sobre todo si se sale de la inmediatez y se busca generar verdaderos cambios estructurales de mediano y, ¿por qué no?, de largo plazo.

La salida del infierno

Ahora veamos la salida del infierno. Un aspecto a destacar es que luego de una impactante recuperación de la producción 2002-2008, nada menos que un 48.5%, los niveles de indigencia y pobreza de los hogares “regresan” a valores superiores a los promedios registrados en la década de los 90´s.

En efecto, en 2007-2008 se ubican en 5.1% y 17.1% respectivamente, en línea con el comienzo de la recesión en 1998.

Es notable asimismo que no hayan mejorado relativa y sustancialmente, respecto de los estragos que causaran las hiperinflaciones de 1989-1990 en los niveles de salarios reales.

Pero nos queda por considerar un aspecto no menor: la distribución del ingreso
[8] para ello utilizaremos los siguientes cuadros IV y V:





































Como puede verse el decil de más bajos ingresos paso de 1.3% a 1.2% en 2007 respecto de 2003, lapso en que obviamente el significativo crecimiento de la producción no derivó en una más justa y progresiva distribución del ingreso.

Más impactante resulta ver que para igual período, los dos deciles de mayores ingresos concentraron el 52.8% y el 51.1% respectivamente. En otras palabras el 20% superior obtuvo más de la mitad de los ingresos, mientras que el 10% más pobre sólo obtuvo (aproximadamente) el 13% de lo que le hubiere correspondido, si la distribución fuera normal. Es decir, algo más de la décima parte.


A modo de síntesis

Todo aquello sobre lo que se ha reflexionado se apoya en estadísticas oficiales
[9] y se corresponde a un período previo a la crisis financiera internacional. Ya hemos dicho que ha sido deliberado, para señalar – sin distracciones - que el debate político y económico nacional e internacional actual no incluye – más allá de lo discursivo – aquellos aspectos que deberían ser la preocupación primordial de las ciencias políticas en general y de la ciencia económica en particular, ello es: el bienestar de todos los seres humanos.

Creemos firmemente que se ha perdido de vista el objetivo. Es muy importante monitorear el crecimiento, la situación fiscal, el balance de divisas, las reservas del Banco Central, la cotización del dólar y otras tantas importantísimas variables económicas. Pero tanto o más importante es incluir con la misma - o aún mayor importancia - indicadores sociales como indigencia, pobreza, distribución del ingreso, empleo, formalidad e informalidad, y en general, sus consecuencias.

Un buen ejemplo podemos encontrar en la definición del ex presidente del Brasil Fernando Henrique Cardoso, cuando dijo que Brasil no era un país pobre, sino que era un país injusto.

Creemos queda evidenciado con cifras oficiales que una espectacular recuperación en la producción de bienes no genera automáticamente bienestar. Puede, y seguramente es, condición necesaria, pero no suficiente
[10].

Para llevar todo lo desarrollado al plano de lo concreto vamos – finalmente - a presentar, citados en forma textual
[11] dos ejemplos en uno y otro sentido.

Uno de ellos es la declaración del G20 del 15 de noviembre de 2008, que dice:

Declaración: Cumbre sobre los Mercados Financieros y la Economía Mundial
[12]

Nos, los Líderes del Grupo de los Veinte, mantuvimos una reunión inicial en Washington D.C.el 15 de noviembre de 2008, en medio de serios desafíos para la economía mundial y los mercados financieros. Estamos decididos a intensificar nuestra cooperación y aunar esfuerzos para restablecer el crecimiento global y materializar las reformas necesarias en los sistemas financieros mundiales.

Durante los últimos meses, nuestros países han adoptado medidas urgentes y excepcionales para resguardar la economía global y estabilizar los mercados financieros. Esos esfuerzos deben continuar. Simultáneamente debemos sentar las bases de las reformas necesarias para evitar en el futuro una crisis global similar a la actual.

Sostenemos que (…) el libre comercio, los regímenes inversores y los mercados debidamente regulados fomentan el dinamismo, la innovación y el espíritu emprendedor esenciales para asegurar el crecimiento económico, generar fuentes de trabajo y combatir la pobreza. Nuestra labor será guiada por esa creencia común.


Las raíces de la actual crisis

En años recientes, signados por un fuerte crecimiento económico global, (…) las fuerzas del mercado vislumbraron mayores chances de beneficios sin una adecuada ponderación de los riesgos (…).

(…) los bajos estándares de aseguramiento, las defectuosas prácticas de gerenciamiento de riesgos, el carácter opaco y complejo de los productos financieros y su poder excesivo se combinaron para vulnerar el sistema.

En ciertos países avanzados, los artífices de políticas macroeconómicas, reguladores y supervisores no obraron adecuadamente al ponderar los riesgos detectables en los mercados financieros, mantenerse a la par con la innovación financiera y tomar en cuenta las ramificaciones sistémicas de las acciones reguladoras domésticas.

4. Entre los principales factores subyacentes de la actual situación figuraban políticas macroeconómicas inconsistentes y mal coordinadas y reformas estructurales inadecuadas, traducidas en resultados macroeconómicos globales insostenibles. La suma de dichos factores desorganizó alarmantemente los mercados.

Sólo le pedimos al lector que reflexione sobre la declaración y, en particular, sobre el párrafo subrayado (por nosotros, no es así en el texto original) y se forme sus propias conclusiones. Nosotros no llegamos a darnos cuenta qué es lo que quieren decir o qué es lo que van a hacer para moderar los impactos sobre el mundo real
[13].

En línea con las ideas desarrolladas, datos de organismos internacionales
[14] estimaron en 50 millones los desocupados nuevos que generó la crisis. En tanto, lúcidamente, el Director Gerente del FMI, Strauss-Khan advirtió sobre posibles riesgos sociales si no se combate el desempleo[15]

En otro sentido, y no obstante, pueden verse destellos en la oscuridad.

Un ejemplo podrían ser las palabras del presidente del Brasil
[16], quién al manifestar que, en su opinión, su país estará entre las 5 primeras economías del mundo dentro de quince años, pero agregó: no sólo importa ser la quinta economía, …, lo que se busca, es que ese crecimiento redunde en una población en la que más pobres pasen a la clase media … en tener más gente en la universidad …[17]

Que así sea.


Notas
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[1] El concepto va mucho más allá de su simple dotación de recursos naturales.
[2] Para una consideración más amplia y completa, que no nos permite este trabajo, sobre bienes públicos se pueden ver los conceptos de “no rivalidad” y “no exclusión” de los mismos en Macón Jorge. Economía del Sector Público, MacGraw-Hill, Bogotá.2002 pág. 29. Muchas discusiones estériles podrían evitarse a diario si economistas, políticos y periodistas las tomaran en consideración.
[3] Piénsese solamente en lo que hoy las clases acomodadas dedican de sus ingresos a pagar seguridad, educación medicina, etc. privadas. Y a su vez en cuanto mejoraría la calidad de vida si los sectores de menores recursos recibiesen esos servicios de buena calidad.
[4] Nos referimos a lo más profundo de la crisis 2001-2002.
[5] En particular a los sucesos de diciembre de 2001.
[6] Sólo como un “botón de muestra” recordar la prohibición de retiros de activos bancarios establecida el 3 de diciembre de 2001.
[7] Momento en que cambia la metodología de medición resultando, no obstante, la seri comparable.
[8] No se nos escapa - ni pretendemos ahora desconocer - que en nuestro análisis reviste vital importancia la consideración del acceso amplio e ilimitado a los bienes públicos. No vamos a referirnos específicamente a ellos por razones de extensión del presente trabajo. Dejamos al lector reflexionando sobre ello y en la esperanza de que lo considere no desde lo individual sino desde lo colectivo.

[9] Se ha dejado de lado controversia respecto de la verosimilitud de los datos proporcionados por el INDEC y la su comparación con estimaciones privadas, por la simple razón de que si estas últimas fueran las correctas - y nosotros creemos que así es – todo lo expuesto se profundizaría. Y, en una aproximación de grandes trazos, como pretende ser este trabajo, no es necesaria una sintonía tan fina.
[10] Sobre las teorías del derrame que dominaban la sabiduría convencional ya se ha hablado lo suficiente y ha quedado demostrada su falsedad.
[11] Pero no completos, hemos dejado de lado aspectos meramente formales.
[12] G-20: Grupo de los Veinte. Grupo de jefes de Estado de naciones económicamente poderosas o en vías de expansión económica que incluye a la Argentina, reunidos en cumbre en Washington, D.C., EE.UU., en noviembre de 2008. Se trató, en cierto modo, de una cumbre de emergencia, convocada en el marco de una grave crisis económico-financiera internacional. Los efectos de esta última, fueron especialmente perceptibles en los EE.UU, cuya adversa situación socioeconómica seguramente influyó en la dura derrota del presidente Bush en los comicios presidenciales del 4 de noviembre de 2008.
[13] Según la FAO había antes de la crisis 1.020 millones de desnutridos (ver: Economic crises – impacts and lessons learned 200,9 recientemente publicado.
[14] Departamento de estadísticas de la Unión Europea.
[15] iEco. 18/9/2009. Reproducción de la publicación interna IMF Survey. El subrayado es nuestro.
[16] Todo lo tratado es válido y extensivo para los “exitosos” BRIC´s (Brasil, Rusia, China e India)
[17] Infobae.com 18/9/2009. Este Jefe de Estado fue también firmante de la declaración del G20.



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