Castiñeira - De vuelta al ciclo de "stop and go"


LUN 04/08/08 19:10 La economía de la post convertibilidad está culminando la etapa de crecimiento acelerado y ajustando a un nuevo contexto.

Por Ramiro Castiñeira Economista (Econométrica)
A partir de la segunda guerra mundial en repetidas oportunidades la economía Argentina estuvo signada por importantes crisis de balance de pagos que dieron lugar a los llamados ciclos de "stop and go". A grandes rasgos, un periodo de crecimiento económico hacía crecer las importaciones a mayor ritmo que las exportaciones, agotando rápidamente el superávit comercial.Ante la crisis de balance de pagos, la necesidad de liberar divisas derivaban en políticas de ajuste impulsadas por el gobierno de turno, o por las propias fuerzas de mercado, que frenaban el crecimiento económico y con él las importaciones. Importantes devaluaciones de la moneda local y congelamiento de las tarifas de los servicios públicos que buscaban demorar el "pass-through" (el traslado de la devaluación a precios), fueron las políticas más usuales para "rescatar" el superávit comercial que permita salir del estrangulamiento externo, lo que cerraba un ciclo de "stop and go" para dar inicio al siguiente. Nada permite suponer que se hayan superado los ciclos de "Stop and go" que caracteriza a la Argentina de posguerra. Más bien, todo lo contrario.
El ciclo económico post convertibilidad está culminando una etapa donde primero el ajuste recesivo del ciclo anterior (incluido default), y luego una formidable situación en los precios externos de los productos exportados, permitió sostener un abultado superávit en la cuenta corriente del balance de pagos pese a un notable incremento en las importaciones. Ello evitó entrar en una situación de falta de divisas en la economía, que en gran medida posibilitó financiar el fuerte crecimiento económico de los últimos años.No obstante, la acelerada apreciación cambiara vía precios y que ahora se suma la nominal, actúan como una "tenaza" que está agotando aceleradamente el "colchón" cambiario, algo que se traducirá en un importante descenso del superávit comercial mismo para el 2009.
En efecto, aún suponiendo que los precios externos se mantengan en los valores actuales, el saldo comercial podría pasar de u$s12.000 millones este año, a menos de la mitad el año entrante, producto del acelerado ritmo de las importaciones que crecen al 45% interanual en lo que va del 2008. La reducción del saldo comercial es un serio problema para una economía que todavía no tiene acceso a los mercados externos por su condición de default, no sólo con los acreedores privados que no entraron al exitoso canje de deuda de 2005, sino también con Organismos Internacionales como el Club de París.
La incapacidad de Argentina para conseguir financiamiento externo, y la esperada reducción del superávit comercial producto de políticas macroeconómicas que empujan la inflación generando una marcada apreciación real de la moneda local, no sólo aumentará notablemente la vulnerabilidad y dependencia del ciclo económico a los movimientos de capitales privados, sino que expone a la Argentina a la posibilidad cierta que enfrente una desaceleración no menor en el nivel de actividad, con sólo suponer que descienda el precio de la soja.
El severo deterioro del modelo post convertibilidad nace en la notable descoordinación entre la política fiscal y monetaria. La decisión de no pasar de una política de subsidios generalizados a una más focalizada que limite el beneficio sólo a los sectores carenciados, contrajo notablemente el superávit fiscal, contrapeso "natural" del tipo de cambio competitivo.La política de subsidios ya compromete recursos fiscales por más de 3% del PBI, de los cuales casi dos puntos corresponden al sector energético. Para peor, como todo subsidio empuja la demanda y con ella la inflación, generando además de un circulo vicioso que agota el superávit fiscal, una acelerada apreciación real del peso que se lleva consigo el superávit comercial. Por supuesto, la dinámica de tapar con subsidios la inflación para que no afecte el bolsillo del consumidor, tiene como límite el bolsillo del Gobierno o el saturado cuadro energético, el que se agote primero. Por ello, mientas más tarde el Gobierno en realizar un programa antiinflacionario que rompa con el circulo vicioso entre los subsidios y la inflación, más aumentan las chances de que la economía sufra un proceso de ajuste que sincere parte del cúmulo de distorsiones en los precios regulados como la velocidad de crecimiento.
El ciclo económico post convertibilidad culminó una etapa signada por la recuperación económica y ahora aprovecha un excelente contexto externo. Agotado los márgenes de acción que dejó la crisis, resulta conveniente acomodar la macroeconomía al nuevo contexto que impone una economía recuperada de su peor crisis económica y que converge directo a una tasa de crecimiento acorde a su tasa de inversión, no necesariamente más alta al crecimiento promedio que muestra Latinoamérica. La idea no es "enfriar" la economía con políticas de corte ortodoxo como subir tasas de interés o "bajar de cuajo" el tipo de cambio nominal, pero tampoco sobrestimularla con una plétora de subsidios a costa del ahorro público que desperdicia la oportunidad de inversiones privadas en energía sosteniendo una política claramente agotada. Por supuesto, es sabido que desarticular el circulo vicioso implica un menor crecimiento en el corto plazo, pero también lo es que sin ahorro público ni inversiones en energía, el actual modelo económico difícilmente sostenga la dinámica de crecimiento.